“¡Será
imbécil y capullo! Pues no se ha ido así, sin más, como si tal cosa… ¿Pero como
ha podido hacerlo? ¿Y a mi, por qué me molesta?”, bufó Miriam dando un portazo.
Sacó su móvil del bolso para enviar un whatsapp a Valeria. “Es un capullo por no llamarlo otra cosa. Mañana
hablamos. Estas bien?”
No
había vuelto a verla desde que Javier se la llevó. Ni siquiera se
había acordado de ella y eso le molestaba. ¿Cómo había conseguido aquel hombre
que se olvidara de su amiga?
“No me
puede estar pasando esto”, pensó Miriam. Después de lo que habían pasado juntos
esa noche, había invitado a Héctor a subir a su casa y él la había rechazado
como si tal cosa. Un simple beso en la mejilla y un "No preciosa, que
mañana madrugo" habían bastado. ¡Que excusa tan barata!
¿Pero
que les pasa a los hombres? Pensaba que le gustaba. Le gusto. Lo sé. Lo he
“notado” esta noche. Hay cosas que los hombres no pueden disimular. ¿Cómo ha
podido besarme de esa manera y luego irse?
¡Joder!
Es como el resto. Sólo quería entretenerse un rato y echar un polvo. Bueno, ni
eso, ¡porque se ha marchado!
Cada
día entiendo menos a los hombres. Se cabrea porque huyo. Cuando consigue que lo
bese, no me quita las manos de encima en toda la noche. ¡Si hasta le ha parado
los pies a uno de sus amigos sólo por mirarme! Y cuando lo invito a subir se
marcha…
Uuufff…
ahora mismo lo mataría.
¿Pero
qué me está pasando? A ver si la imbécil voy a ser yo… ¿Estoy cabreada y
hablando sola a gritos por culpa de un hombre? ¡Venga, Miriam espabila! ¿Qué
esperabas? ¿Alguien diferente? Hace mucho que dejaste de creer en los hombres y
el amor, no te cuelgues por él, no seas tonta.
Tonta
no se, pero loca un poco si sigo hablando sola. Me voy a dormir que va a ser lo
mejor.
Miriam
no paraba de dar vueltas en la cama, no podía dormir, era incapaz de olvidar
los ojos de Héctor, sus labios, la forma en que la tocaba, como se sentía junto
a él. ¿Por qué la habría rechazado? Sabía que debía sacarlo de sus
pensamientos, debía parar esto ahora que aún estaba a tiempo de recoger los
pedazos de su orgullo (y alguno de su corazón) antes de que él los pisoteara,
como le había sucedido otras veces.
Se
sentía atraída por él, no podía negarlo. Si el rechazo de esta noche le había
molestado tanto (incluso dolido) ¿Qué pasaría si continuaba viéndole? Debía sacarlo
de su mente y de su vida lo antes posible, no iba a volver a sufrir, aunque tal
vez fuera tarde.
……………………………………………………………………………………………………
“Necesito meterme en una bañera llena de
hielo”, pensaba Héctor de camino a su casa.
Había
rescatado la poca cordura y firmeza que le quedaba en su interior para rechazar
el ofrecimiento de Miriam de acabar la noche en su casa.
Valeria
le había advertido que Miriam tenía unas defensas muy sólidas a su alrededor y
no era fácil derribarlas ¡Si nada más verlo había huido! Eso le había
demostrado que Val tenía razón: ella sentía algo. Y aunque le molestara
reconocerlo (más de lo que jamás hubiera pensado), si no hubiese sido por
librarse de ese tío y lo que había bebido, estaba seguro que no le habría dado
la oportunidad de besarla y mucho menos dar ella el primer paso como lo había
hecho.
No le
había contestado a su pregunta: ¿Habría besado a cualquiera? Le hervía la
sangre de pensar que pudiera haberlo hecho. No iba a permitir que ningún otro
hombre la tocara y menos después de esta noche. No podría soportarlo.
Sabía
que era una mujer con mucho carácter y estaba seguro de que ella ahora mismo
estaría muy cabreada, pero aún estaba más seguro de haber hecho lo correcto,
aunque su cuerpo no opinara lo mismo. No podía arriesgarse a que ella por la
mañana se arrepintiera de lo sucedido. La habría perdido para siempre, y eso no
podía suceder.
Además
el tenía su orgullo. Se lo debía por haberlo utilizado, aunque lo repetiría
siempre que hiciera falta…
Esta
noche había descubierto que no era tan fría y distante como quería aparentar y
eso le gustaba ¡Le gustaba mucho!
No iba
a dejarla escapar, pero sabía por Valeria que no debía presionarla. Esperaría a
que ella diera el siguiente paso, a pesar de que lo que más deseaba en estos momentos
es dar media vuelta, ir a buscarla y volver a perderse en ella.
¿Y si
no lo llamaba? Ya se preocuparía en su momento, sobre todo con la mente más
despejada.
Nota
mental: Avisar a éstos de que como se les ocurra volver a mirarla con cara de
lujuria o intentar ponerle una mano encima, mi puño acabará estampado en su
cara.
……………………………………………………………………………………………………
Entra luz por la ventana. No se que hora será ni cuanto he
dormido. Tampoco me importa. Mis ojos luchan por abrirse pero hay una fuerza en
mi interior que me lo impide. Entonces, llega a mi nariz olor a café recién
hecho y a chocolate. ¿Cómo es posible? Si estoy en mi cama y vivo sola… Al
final, inundada por ese olor, consigo medio despertar y veo que estoy
completamente equivocada. Abro los ojos como platos al reconocer esa
habitación. ¡Estoy en casa de Javier! ¿Qué narices hago aquí? ¿Qué hago
desnuda? ¡No puede ser! Mi cabeza se vuelve loca y mi corazón se acelera al ver
como he vuelto a meter la pata al caer otra vez en los brazos de Javi. “¡Mierda! No debí beber tanto anoche”.
Oigo pasos que se acercan. Me vuelvo a tumbar en la cama y
me hago la dormida.
Javier abre un poco más la puerta del dormitorio e intuyo que
se queda apoyado en ella, observando que sigo durmiendo y sobre todo, que no me
he marchado.
Unos minutos después, noto que su presencia ya no está y
empiezo a oír el ruido de la ducha. “¡Este
es mi momento!”. Salto de la cama en busca de mi ropa. Me visto como si me
fuera la vida en ello. Pero, ¿Y mis bragas? ¿Dónde narices las dejé ayer? Da
igual, no tengo tiempo para pararme a buscarlas. Me pongo la ropa y con los
zapatos en la mano, salgo de esa casa haciendo el mínimo ruido posible, para
que Javier no intente detenerme.
No puedo quedarme quieta en el rellano esperando el ascensor,
así que bajo las escaleras corriendo. No quiero ni puedo pasar más tiempo allí.
Cuando salgo por el portal me pongo los zapatos y las gafas
de sol. “Debo de llevar peores pintas que
Amy Winehouse en sus mejores momentos.” Paro el primer taxi que veo y me
voy a mi casa. Allí estaré a salvo.
Al llegar a mi pequeño refugio, me voy directamente a la ducha. Necesito
que el agua caliente me ayude a despejarme y a volver a ser yo misma.
……………………………………………………………………………………………………
Casi no he pegado ojo, y es que no me puedo creer que Val
vuelva a estar en esta cama. Tan guapa como siempre, o incluso más. Todo este
tiempo separados me ha dado para pensar mucho en ella y en nosotros y darme
cuenta de todos los errores que cometí y que me hicieron perderla. No volverá a
ocurrir. “Te lo prometo”, le susurró
bajito para que no se despierte mientras le acaricio el pelo.
Quizás no debería haberme acostado con ella esta noche.
Probablemente la haya vuelto a cagar pero es que cuando me besó, no pude
resistirme. Necesitaba volver a sentirla, abrazarla, hacerle el amor…
Me levanto despacio de la cama para no despertarla.
Cualquier sobresalto le haría salir corriendo de aquí. Quiero que esté
tranquila y poder hablar como adultos cuando se levante. Necesito explicarle
todo lo que pasó y por qué hice lo que hice.
Voy a la
cocina. Preparo café para mí y tortitas con chocolate para
ella. Se que es su desayuno favorito. Cómo olvidarlo. Cuando termino, me acerco
a la habitación y observo desde la puerta que todavía sigue durmiendo. Todavía
no me puedo creer que esté aquí. Me voy a dar una ducha y luego le avisaré para
desayunar.
Mientras estoy disfrutando de mi baño, me parece oír un
ruido. “La habré despertado con el sonido
de la ducha”, pienso mientras escucho otro ruido que creo reconocer como el
de la puerta de la calle. Me
enrollo rápidamente una toalla a la cintura, salgo corriendo del baño y veo que
se ha marchado. Ha vuelto a huir y no me ha dado tiempo de explicarle. ¿Por qué
me haces esto Val? Tarde o temprano me vas a escuchar. Esta vez no me voy a
rendir.