jueves, 2 de mayo de 2013

Capitulo 3

Al llegar a la puerta Valeria comenzó a saludar a varios de sus modelos que ya la estaban
esperando. Miriam, un poco apartada, no sabía a donde mirar ¡no daba a basto!
- Anda, acércate, que te presento a los monumentos. - Dijo Valeria con una sonrisa pícara
al darse cuenta de la situación.
Así pues, tras las presentaciones, ambas muchachas entraron en el local junto con el
grupo de hombres.
- Me voy a la barra a pedir algo, ¿te vienes? - Chilló Miriam para que Valeria pudiera oírla
por encima del ruido de la música y la gente.
- Me has leído la mente ¡Creo que voy a tener que beber si quiero aguantar todo esto!
Les costó una eternidad poder llegar hasta la barra y es que cada dos pasos se paraban a
mirar o comentar sobre alguno de los hombres que allí estaban… ¡a cual mejor! Eso cuando no era alguno de ellos quien las paraba para saludar a Valeria.
- ¿Has visto a ese? Buuufff….
- Jajaja Es abril, y créeme, no tienes nada que hacer con él. No te molestes.- Le dijo
Valeria guiñándole un ojo.
Cuando al fin consiguen alcanzar la barra, no les cuesta ni un minuto que se acerque uno de los camareros a servirles.
- ¿Qué quieres?- pregunta Valeria.
- Vodka negro.
- ¡Increíble! ¡Si hasta bebemos lo mismo!- dice Valeria divertida.
De pronto Miriam siente como vibra su bolso y tras mucho rebuscar consigue localizar su móvil.
- ¡¡¡Tengo 6 llamadas de Raquel!! ¿Dónde están?
- A mi también me ha llamado- contesta Valeria tras haber sacado el suyo.
De pronto ambas se miran y empiezan a reír sin ser capaces de parar… ¡Se las handejado fuera!
Cuando al fin consiguen acceder al local, van a buscarlas como alma que lleva el diablo, y Raquel se pone a gritarles como una posesa y diciéndoles que así no se hacían las cosas, pero a ellas no las calla nada ni nadie.
- ¿Qué las cosas no se hacen así? Perdona, pero lo único que hemos hecho ha sido hablar sobre los tíos que nos rodean, saludarlos y entrar a pedir una copa. Si vosotras os habéis quedado rezagadas o no habéis querido entrar en nuestro tema de conversación, no es problema nuestro. ¡Hacer un poco por sociabilizar con la gente!- dijo Valeria sin pararse ni a respirar.
- Además, -añade Miriam- no se que nos reprochas. Nosotras somos solteras y libres como para poder mirar o probar al que nos de la gana. Sin embargo de ti no puedo decir lo mismo, que a saber si tu marido podrá entrar por la puerta de casa…
En ese momento Raquel se dio cuenta de que tenía la batalla perdida contra las que pensaba que eran sus amigas, y optó por la mejor solución: callar. Era lo mejor que podía hacer en ese momento.
Y así, con la cara de perro que se le quedó a Raquel, y las sonrisas triunfadoras de Miriam y Valeria, el grupo al completo se preparó para ver el espectáculo que habían montado para presentar el calendario.
- El local va a acabar inundado con tantas babas- comenta Miriam divertida a Valeria al ver a las mujeres allí congregadas.
- Creo que en vez de traer extintores, deberían haber traído fregonas. Temo resbalar con tanto charco… - contesta Valeria.
Valeria apenas es capaz de concentrarse en el espectáculo. Por casualidad, escuchó una conversación de dos de los bomberos en la que hablaban de cogerla despistada y sacarla a bailar con ellos.
- Acompáñame al baño - dice Valeria apurando su segunda copa.
- ¿Ahora?- Miriam la mira extraña.
- Si es urgente, tengo que desaparecer.
Así que sin pensárselo dos veces, la sigue hasta el baño, donde cierran la puerta para que nadie pueda entrar.
- ¿Qué ocurre? – pregunta extrañada Miriam.
- He oído cuchichear a alguno de los bomberos, de que querían sacarme a bailar al escenario con ellos. Y la verdad, tendré ganas de hacer muchas cosas, pero el ridículo no entra en mis planes.
- Te entiendo perfectamente…
Así que permanecieron en el baño hasta que por el ruido y los aplausos, dedujeron que la presentación había finalizado y ya podían volver a la fiesta sin problemas.
Pero cuando salieron, se encontraron en el pasillo con Javier, el bombero que daba cuerpo a mayo, la debilidad de Valeria.
- Llevo un montón de rato esperándote. Pensaba que no ibas a salir nunca. –Le dice él.
Valeria, sin saber que decir (muy raro en ella), se quedó petrificada, por lo que Miriam, viendo las miradas entre ellos, dijo: Creo que lo mejor es que te espere en la sala. Si necesitas auxilio, avísame.
Y guiñándole un ojo, desapareció, y la dejó sola ante su mayor perdición.

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